PORTÓN DE TORILES

PORTÓN DE TORILES
"POR UNA FIESTA ÍNTEGRA"

martes, 28 de septiembre de 2010

HAY QUE TENER PACIENCIA

Arnedo, 27 de septiembre de 2.010
Novillos de: "LA QUINTA"
CRISTIAN ESCRIBANO: silencio en ambos
TOMÁS DUFAU: silencio y ovación
DAMIÁN CASTAÑO: oreja y oreja
Presidencia: cumplió correctamente su cometido, y tuvo muy buen criterio al no conceder la segunda oreja del sexto.
Incidencias: menos de media entrada, en tarde soleada, aunque fría en el interior de la nueva multiusos. El que vaya a venir que venga abrigado. Los mulilleros tardaron una eternidad en entrar a arrastrar al sexo, lo que provoco una gran bronca a la presidencia, por insistir el público en pedir la segunda oreja.
Cuando al buen vi no se le echa agua, pasa lo que al toro cuando se le quita casta. Es lo que demostró ayer la ganadería de "LA QUINTA". Esta ganadería que antaño fuera predilecta de los aficionados hoy comienza a ser favorita de las figuras. Y cuando una figura entra en una ganadería, ésta gana en fama pero pierde la casta. Es triste pero cierto. Pero el que tuvo retuvo y ayer saltaron, cuando menos tres toros aptos para el gran triunfo, en la primera de abono del "ZAPATO DE ORO".
No fue un desecho de fuerza, ni mucho menos, la novillada. Lo terciado del primero, la poca fuerza del segundo y la sosería del cuarto, sumándole la nula casta, contrastaron con los encastados tercero, quinto, y el excelente sexto, aunque no se emplearan en el caballo y les tocase a picotazo por cabeza, menos al tercero que tomó un segundo picotacito.
Damián Castaño lidió el mejor lote, tercero y sexto. Al primero instrumentó tres tandas por el derecho y dos por el izquierdo, templadas pero ejerciendo de enfermero. Entendió bien al novillo, dándole distancia en los cites, pero toreando para fuera y sin rematar los muletazos. Un infame bajonazo fue suficiente para que le concediesen la primera oreja de la feria. Ante el sexto, un gran novillo, que debió haberse puesto en suerte, a la hora de picar, volvió a entenderlo, y volvió a torear distanciado, fuera de cacho y para fuera, aunque templando y gustándose. Cosa esta que llegó al público, que tras una gran estocada, de colocación, pidió con fuerza las dos orejas que la presidencia no concedió, con muy buen criterio.
Al francés Dufau toco en suerte un novillo manso, que hizo quinto, receloso de los capotes, saliendo por peteneras cuando sentía el hierro, y pegando arreones de manso. Pero ojo... el novillo estuvo por encima de Dufau. El público pedía la devolución, cosa incomprensible, pero el novillo fue el que más transmitió. Con los mansos hay que tener paciencia. Nos quedamos con las ganas de ver un torero con verdadero mando y poder para lidiar el novillo que si tuvo el defecto de la masedumbre, tuvo la virtud de humillar y venirse de lejos sin peligro alguno. Exigía mano bajo, no dudarle y dejarle puesta la muleta en la cara para haberle podido y haber aprovechado la virtud del toro. No dijo nada el francés además de matar muy mal.
Abría cartel Cristian Escribano, que bregó con el lote más deslucido y soso del encierro quedando inédito y sin decir nada.

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