PORTÓN DE TORILES

PORTÓN DE TORILES
"POR UNA FIESTA ÍNTEGRA"

jueves, 9 de septiembre de 2010

EL "MONAGUILLO" DIJO LA MISA

Peralta 7 de septiembre de 2.010
Segunda de feria
Rejones
Novillos de: "CASTILLBLANCO" vergonzosamente desmochados y presentados. Toros para un festival. Descastados, mansos y alguno, como el cuarto, parado.
Pablo Hermoso de Mendoza: (saludos y oreja)
Roberto Armedáriz: (oreja y dos orejas)
Presidencia: A cargo de Raquel Díaz asesorada por Urtxi Indulain, cumplió con su cometido en el palco.
Incidencias: Casi lleno en los tendidos en tarde de sol y nubes que amenazaban lluvia, que llegó a caer sin afectar al desarrollo del festejo.
Que la máxima figura del toreo a caballo, por méritos indudablemente propios, es el navarro Pablo Hermoso de Mendoza, es incuestionable. Que fue poniéndose en la cima a base de trabajo, tesón y maneras de hacer, nadie lo duda. Que fue capaz, en un mundo complicado, de abrirse camino y mandar en el noble arte del rejoneo, a nadie se le escapa. Que hoy es el "Sumo Pontífice" del rejoneo es innegable.
Si su toreo es incuestionable, cuando uno es máxima figura y tiene el poder de imponer su ley en los ruedos, tiene el peligro de poner en cuestión algunos aspectos que rodean dichas imposiciones. Porque imponer la corrida que ayer impuso en la plaza de Peralta, no tiene cuestión: fue impresentable (la corrida). Y buena culpa de ello tienen, tanto el taurineo, como los presidentes de plazas que no son capaces de decir: "hasta aquí hemos llegado". Un presidente que suba a un palco tiene la autoridad suficiente para hacer y deshacer, para autorizar y desautorizar o rechazar. Y la corrida de ayer debió ser rechazada, porque para lo único que podía tener presencia era para un festival. El presidente es la persona que debe hacer cumplir el reglamento y velar por la integridad del espectáculo. Es la persona que debe velar por que al público y al aficionado no se le engañe; no se le de gato por liebre. En este caso borrego por toro. La corrida, que si bien por volumen, tampoco por que fuese excesivo, podríamos aceptarla, por pitones no. Dos toros cornigachos y además desmochados; uno abierto de cuerna e igualmente desmochado; y el único que podía tener su poquito de agresividad por delante, también desmochado vergonzosamente. Una cosa es "afeitar reglamentariamente" y otra distinta es desmochar incluso a los que no tienen peligro alguno por cornigachos.
A Pablo Hermoso se le pueden agradecer, sin duda, muchas cosas en e el toreo a caballo. Una de las mejores fue sin duda la eliminación de las colleras, porque como dijo un gran crítico: "el toro hace el papel de saco en las colleras" "al toro le llueven hierros y no sabe ni de dónde le vienen". Pero toda parte buena tiene su parte mala. Esta es que eliminó las colleras pero nos dejó el "saco".
Ayer se acartelaba junto al "Sumo Pontífice" del rejoneo, el también rejoneador navarro Roberto Armendáriz. Y fue el "monaguillo" quien dijo la misa en lugar del "Papa". Si bien Pablo no estuvo mal y tuvo una primera actuación discreta ante un toro manso con querencia a tablas al que costaba encelar en las monturas, "a la hora de la bendición", es decir: a la hora de matar, estuvo fatal. Un pinchazo, una agresión con barrena y media certera fueron suficientes para que no se le pidiese la oreja que sí cortó de su segundo oponente con alguna protesta, porque el sainete con el rejón de muerte todavía fue peor. El toro, descastado, manejable y colaborador fue el "saco" que hoy se impone en las corridas de rejones, en el cual mediadas las faenas incluso serían capaces de echar pie a tierra y montarse encima.
Lo más meritorio de su actuación a la hora de clavar, junto a la buena disposición por agradar al público, fue un par a dos manos con banderillas cortas. Se le concede una oreja que nada más recoger de manos del alguacilillo, entrega, con muy buen criterio a un banderillero para que la deje en el estribo, pues él mismo es consciente de que no era merecedor de la misma.
No era nuevo en la plaza Roberto Armendáriz. Hizo su tercer paseíllo, si no me falla la memoria. Y muy grata fue la sorpresa que nos deparaba. Buena monta, buena disposición, buen hacer y certero a la hora de matar, le hicieron acreedor para ser el triunfador de la tarde, por mérito propio. Ante su primero, el más enrazado de la tarde, hizo un toreo templado y sobrio, que gustó al público. Con "Polvorilla" dejó un excelente par clavando al estribo y tres banderillas cortas reunidas arriba. Hizo buenas pasadas poniendo las grupas de las monturas por muleta, de bellísima estampa. Tras un pinchazo y un rejón certero, pelín trasero, se le pide la oreja con fuerza que la presidencia concede.
Con el que cerraba plaza, un manso con genio, descastado y parado, intentó por activa y por pasiva ir de frente al toro, sin que el toro hiciese nada por colaborar con el caballero. De ahí que debió hacer varias pasadas en falso para colocar al toro e intentar clavar. Trabajó, y mucho, con las complicaciones del toro, y el público lo valoró positivamente. Mató de un rejonazo de efecto fulminante, algo trasero, que fue condicionante para que se le pidiesen las dos orejas del astado. Aunque siendo justos, una hubiese sido justa y suficiente para abrir la puerta grande. Puerta grande que mereció sin duda, como merece un sitio en los carteles y más contratos.

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