PORTÓN DE TORILES

PORTÓN DE TORILES
"POR UNA FIESTA ÍNTEGRA"

viernes, 10 de septiembre de 2010

CASTA PARA DAR Y TOMAR

Peralta 9 de septiembre de 2.010
Tercera de feria
Novillos de: "CONDE DE LA MAZA" bien presentados aunque un tanto desiguales; manso el primero; segundo y tercero bravos; cuarto con menos fuerza.

Salvador Barberán: (gran bronca tras aviso y algunos pitos)

Javier Antón: (silencio y oreja)

Presidencia: a cargo de Iñanki Pérez Remiro asesorado por Miguel Barcos Ciordia, cumplieron con corrección su cometido.

Incidencias: Un tercio de plaza en tarde soleada y fresca. Javier Antón sustituyó a Sergio Flores que presento parte médico por rotura de un dedo en la plaza de Mont de Marsan.


Esta tarde se me vino a la memoria esa anécdota que cuentan, cuando Juan Blemonte se acercó al patio de caballos y se lo presentaron a uno de los novilleros actuantes esa tarde. Al novillero lo único que se le ocurrió decirle al maestro fue: "maestro, ojalá me salga esta tarde un toro bravo para brindárselo a usted". A lo que contestó el maestro: "ojalá que no".
Cuando salta la casta a un ruedo, nadie, absolutamente nadie, se aburre. Y lo más normal es ver lo que currió ayer en Peralta: que los novilleros estén por debajo de los novillos. Anunciados cuatro del Conde de la Maza. Los novilleros, uno verde como el traje que lució y el otro para meditar si ésta puede ser su profesión. Cuando en las cuadrillas hay miedo se palpa inmediatamente. Y eso sucedió con el primero de la tarde, un novillo negro abanto de salida, al que no fue capaz de parar ni fijar Barberán con el capote. Salió suelto del primer picotazo, para volver y derribar con estrépito al caballo en la siguiente vara. Recibió otras dos más y otro picotazo. Barberán tuvo muchas dudas, como las tuvo su cadrilla en la lidia y en banderillas toda la tarde. Con este primero quiso terminar rápido, pese a que el novillo no había hecho nada malo. El animal demostró que tenía calidad por el pitón derecho, desplazándose largo, pero el novillero no se confió y antes de dos minutos se encontraba montando la espada para dar todo un recital de dudas.
Intentó arreglarlo con el magnífico tercero, pero no pasó de vulgar. El novillo encastado y repetidor, tenía la virtud de venirse de lejos y desplazarse humillando con mucha clase. Era ese toro que todo novillero sueña, pero con el que no sabe qué hacer. Fue más breve matanado y su labor se silenció.
Los muchos defectos de un novillero incipiente, se vieron reflejados en el navarro Javier Antón, que sustituía a Sergio Flores. No saca los brazos con el capote, corta los viajes al toro, no se centra a la hora de citar y remata todos los muletazos para afuera. Alguien se lo debería decir. Pero sus ganas suplieron todos los defectos, cosa de agradecer en un novillero escaso de contratos. Hacer su tercer o cuarto paseíllo en la temporada y ponerse delante de una novillada seria y fuerte como la que presentó el Conde de la Maza, como siempre lo ha hecho en Peralta, puede entenderse como una apuesta. Y a fe que le ha salido bien.
Antón estuvo por debajo de sus dos oponentes. Pero con el bagaje de novilldas que lleva toreadas, lo difícil es estar a la altura. Con su primero, un toro colorado, muy bien rematado, que empujó en el caballo metiendo los riñones, al que dejó crudo en varas, se apreciaron sus carencias con el capote y su falta de rodaje con la muleta. Puso banderillas, demostrando que eso no es lo suyo. Pero quería agradar y lo logró llegar al público que, de no haber dado un recital con la espada, hubiera pedido la oreja.
No ocurrió lo mismo con el que cerró plaza. Antón salió dispuesto, como en su primero y esta vez, ante un toro flojo pero muy encastado, logró los mejores momentos de su actuación y de la tarde. Acertó a meter el estoque al primer intento, algo bajo. Pero con peores bajonazos hemos visto conceder orejas a matadores consolidados.
Entre las cuadrillas destacar la magnífica actuación del subalterno "Venturita" bregando al segundo de la tarde. Y la magnífica vara que ejecutó "Chamaco" al mismo novillo, sujetándo con mano firme y sin barrenar, el empuje del toro, que apunto estuvo de derribar tras coger el caballo por los pechos.

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