PORTÓN DE TORILES

PORTÓN DE TORILES
"POR UNA FIESTA ÍNTEGRA"

viernes, 9 de agosto de 2013

LOS ÚLTIMOS MALETILLAS... ¿ESCUELAS TAURINAS...? " PA QUÉ"...

Decía Rafael Ortega en su magnífico libro "EL TOREO PURO", que: "los toreros tienen que hacerse toreando, y si no hay novilladas no se hacen"

Y continuaba: "el riesgo de toda escuela es el exceso de facilidad y, sobre todo, la monotonía, que es el mayor mal de la fiesta, que todos los toreros se parezcan [...], a cada muchacho hay que dejarle a su aire, sin violentarle su personalidad, corrigiéndole los defectos, pero dejándole que tenga su sello y ayudándole a que exprese su sentimiento, para que no se convierta en un torero de tanda... Y desengañándole de las recomendaciones, porque afortunadamente el toro no sabe de eso y pone a cada uno en su sitio".

Es indudable que los tiempos han mejorado, y aquellas anécdotas que nos cuentan nuestros mayores de los maletillas que antaño caminaban y viajaban como podían por todas las rutas del toro, tienen un magnífico fondo de nostalgia. 

Cierto es que, que el desarrollo y la modernidad por un lado, y las escuelas taurinas por otro, han acabado con esa imagen; las carreteras ya no son caminos (algunas), por las que transitaban "3 vehículos" al día. Hoy sería una temeridad lanzarse a los caminos andando en busca de tentaderos y plazas de pueblo con toros del "aguardiente", o del "coñá"...

Pero no son palabras huecas, ni faltas de fondo, las palabras del maestro Ortega. Hoy en día el toreo adolece de toreros con personalidad propia, todos parecen sacados de un molde, como hechos en serie. Todos quieren ser como... Ninguno quiere ser él mismo. 
No digamos ya si entramos en el terreno del conocimiento del toro, de los terrenos, de las distancias... eso es harina de otro costal. Eso está sólo al alcance de unos pocos. Y quizá por eso esto del toro y el toreo es como es... Antaño los conocimientos los adquirían entre revolcones de animales que hoy estaría incluso prohibido sacar a una plaza; entre sustos de vacas avisadas por viejas, hartas de humillaciones por capeas y pueblos. Bien es cierto que ya se ven cada vez menos, casi nunca, de no ser en sitios dónde todavía se mantienen algunas tradiciones. Cuantos aspirantes no han dejado la vida por esos pueblos dejados de la mano de Dios, intentando que alguien con mano los viese; alguien con sensibilidad y buen gusto... Hoy sirven todos. Hoy en cualquier festejo de promoción, el aspirante llega en su flamante Merdeces último modelo, aquel "merceditos", con el que soñaban los toreros viejos, y que alguno no llegó a comprarse nunca...
Conrado... el últino maletilla



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