He de reconocer que no he pegado ojo. Lo vivido ayer en el coso de "La Misericordia" zaragozana fue espeluznante. Eran las las siete menos cuarto de la tarde aproximadamente, cuando Juan José Padilla fue desequilibrado y arrollado por el cuarto toro de la tarde, a la salida del tercer par.
Todo sucedió en centésimas de segundo; el toro pareció pegar un refilonazo al torero. En mal sitio, eso sí. Con desgarro escandaloso y horroroso. Lo primero que me vino a la memoria fue la desagradable cogida de Franco Cardeño en Sevilla el año 1.997, en la corrida que se llamó de la oportunidad, cuando recibía a "portagayola" a su toro, de "Prieto de la Cal", y éste le reventó la cara.
Juan José se levantó con las manos en el rostro y mucha sangre. Tardaron en ir a cogerle (entiéndase que "tardar" en los toros puede ser un segundo más menos, pero tardaron. Y nadie tiene la culpa porque el "tabaco" ya lo llevaba).
"Está en buenas manos", pensé. Las del doctor Valcarreres, eminencia donde las haya en el mundo del toro. Las noticias no llegaban, y lo poco que se iba escuchando no era muy agradable ni alentador. No reaccionábamos, nos costaba seguir con normalidad las lidias posteriores.
Muchos aficionados no somos partidarios de su toreo. Padilla es, probablemente, el torero que más hemos visto torear los que somos partidarios de lo que llaman "corridas duras; toristas", porque siempre está en las que nadie de los que se llaman "figuras" no quieren ni ver. Algunos "mercaderes" de la información nos llaman "talibanes"... Nadie deseamos esto. Ni a Padilla, ni a nadie que se vista de luces.
La corrida de "Ana Romero" desigual pero seria. Con poder en muchos momentos. Quizá sea lo de menos hoy. Pero a cada uno lo suyo.
Eran las dos de la madrugada cuando me metía a la cama, y poco más sabía. Besaba a mis hijos en sus camas, pensando en los de él.
Ahora son las siete de la mañana y se atisban por el horizonte las primeras luces del día... De un día que amanece llorando, y yo con él, por un torero... por un HOMBRE.
Eran las dos de la madrugada cuando me metía a la cama, y poco más sabía. Besaba a mis hijos en sus camas, pensando en los de él.
Ahora son las siete de la mañana y se atisban por el horizonte las primeras luces del día... De un día que amanece llorando, y yo con él, por un torero... por un HOMBRE.
La grandeza y la miseria de la fiesta...
Porque, como le dijo Curro "Cúchares" a un actor: "Aquí se muere de verdad, no de mentirijillas, como en el teatro".
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