PORTÓN DE TORILES

PORTÓN DE TORILES
"POR UNA FIESTA ÍNTEGRA"

miércoles, 13 de octubre de 2010

LA SUERTE DE VARAS (I)

La suerte más bella del toreo, bien hecha, es sin lugar a dudas la suerte de varas. Por desgracia hoy es la suerte más cuestionada, desagradable y confusa para el público. A ningún aficionado le es indiferente la misión de esta suerte: medir la bravura del toro y ahormar su embestida. Hoy, esta suerte ha caído en el ritual de inutilizar al toro y dejarlo sin fuerza para que embista con el menor brío posible, sin molestar al matador de turno, y hacer que la faena de muleta sea la base de la lidia. En el toreo que  se practica hoy en día, no se valora lo más mínimo,  lo que debería ser más fundamental: citar, parar, templar y mandar. Y si es posible, como decía RAFAEL ORTEGA, cargar la suerte. Se valora lo contrario, es decir: el toreo al revés. Citar fuera de “cacho”, pegar el muletazo para fuera, sin temple y sin mando. Y lo de cargar la suerte ya ni hablamos. Es triste, que los muletazos más aplaudidos por la masa, sean los que se dan por arriba y lo pases de pecho mal dados a toros agónicos, que más parecen borregos que toros bravos.
Entre las muchas faenas de campo está la tienta, mediante la cual se selecciona la bravura de las madres y de los padres, que pasarán a los cerrados para el posterior apareamiento, según estime el ganadero. Pues bien: la lidia no es, ni más ni menos, que la tienta definitiva, en la que el toro debe mostrar todo su poder y bravura, para intentar salvar la vida mediante el indulto. Sin suerte de varas, no debería haber indultos en ninguna plaza, sea cual sea su categoría.
Cuatro son, en mi modesta opinión, los componentes fundamentales que deben hacer que  la suerte de varas cumpla su cometido en la lidia, para que el toro, base fundamental de la fiesta, no se vea humillado ni se infravalore su verdadero poder, casta y bravura. Estos son: la presidencia, el caballo y, el matador y la cuadrilla.
Y merecería la pena recuperar esta suerte en todo su esplendor. Tres veces he visto una plaza de toros en pie, y curiosamente por hacer de la suerte de varas un espectáculo digno. Dos en Las Ventas de Madrid, y una en Arnedo (La Rioja). En la primera, tras una mágnifica suerte de varas del picador mexicano Efrén Acosta el 8 de octubre del año 2.000 durante la lidia del segundo toro de la tarde, perteneciente a la ganadería de Victorino Martín, de nombre “Muchacho”, actuando a las órdenes de “Zotoluco”. Fueron tres puyazos toreando a caballo, midiendo el castigo, agarrándose arriba, haciendo sangrar al toro, ejecutando la suerte de varas en su mayor pureza alcanzando la denominación de Arte Mayor, como denominó alguien. Fue todo un espectáculo. Otra del colombiano Ánderson Murillo el 9 de junio de 2.001, la última tarde de la feria de San Isidro en Madrid, a las órdenes de Luis Francisco Esplá. Sucedió en el cuarto toro  de la tarde, el toro se llamaba “Bodegón”, marcado con el nº 139 y pesó 524 kilos. El matador lo colocó en tres puyazos, aumentando la distancia en cada uno de ellos, sin permitir el picador que en ningún caso les acortasen la distancia.  Se puso a torear con el caballo en cada uno de los puyazos, echando el palo y cogiendo al toro en el morrillo. El público en pie. Cuando daba la vuelta al ruedo Esplá le invitó a darla con él, en un gesto que le honra. La otra en la plaza riojana el año 2.005, tras una excelente suerte de varas que nos ofreció el picador francés Jaques Monier, a las órdenes del novillero Medhi Savalli. El novillo fue un jabonero sucio de la ganadería de “Fuente Ymbro” y la última vara se colocó el novillo en la puerta de chiqueros acudiendo  con buen galope, haciendo caso del magnífico torero a caballo del picador francés.
 Curiosamente ninguno de los varilargueros era español.

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