PORTÓN DE TORILES

PORTÓN DE TORILES
"POR UNA FIESTA ÍNTEGRA"

viernes, 30 de agosto de 2013

CORRIDA CONCURSO PARA EL OLVIDO

Poco o nada que destacar de una corrida concurso de ganaderías, que desde luego, ninguno de los hierros que lidiaron envió un toro que por méritos y hechos fuese para premiar. A esto añadiríamos que las lidias no fueron las mejores que se les puede dar a un toro que se quiera lucir en los tres tercios.

Para comenzar, y siempre en mi opinión, la zona delimitada para la suerte de varas era muy escasa y cerrada, debería haberse hecho un poco más amplia para haber podido mover mejor los caballos. Otra cuestión es, que las normas de las corridas concurso deberían modificarse y buscar que fuesen como máximo dos o tres picadores, con buen oficio, quienes picasen a cada uno de los toros, puesto que ayer sólamente dos, Francisco Tapia y Alfonso Gallego, hicieron las cosas como se deben hacer, moviendo el caballo, jaleando con la voz y levantando la vara. 
Cosa fundamental en este tipo de corridas debería ser parar el toros de salida como Dios manda, y que ayer se hizo mal, muy mal. Como prioritario debería ser que en el ruedo sólo quedasen toro y piquero, que ayer tampoco se hizo. 
Cites desde los burladeros, lidias infames por parte de las cuadrillas, y tecios de banderilas que no venían a cuento, se sumaron a una larga serie de despropósitos que hicieron de la tarde una tarde, más de aburrimiento general que de emociones. 
Pero de los errores se aprende y desde luego, no porque yo lo diga, esto va a cambiar. Pero si alguien quiere tomar nota que la tome. Como digo, esto es sólo una opinión.

Abrió plaza un toro bastote y alto de Palha, en línea Torrealta, que acudió al caballo sin entregarse y que sangró una barbaridad, llegando a la muleta sin recorrido y parado. No tuvo mayor historia el animal.

En segundo lugar salto un torito anovillado de Partido de Resina que tras dar un par de vueltas al ruedo, se acalambró¿?. En mi opinión un mal remate en un burladero, de salida, a la puntita de un capote fue lo que descordó al toro que le dejó el espinazo medio partido. El sustituto fue una "raspa" del hierro de Carmen Segovia, igualmente anovillado (se tapaba con la cara), y que no entró en concurso. Quedó sin picar, solamente se le señaló un picotazo, y esto hizo que el torere se moviese. Y además lo hizo con nobleza, calidad y largura en las embestidas, que Eduardo Gallo no supo aprovechar.

Tercero hizo un toro vareado de Prieto de la Cal, serio y astifino por delante, que tomó tres varas, acudiendo pero sin entregarse. La poca fuerza del toro fue determinante para deslucir sus cortas embestidas. Eso sí, el toro murió en el centro del ruedo y tragándose la sangre. Cosa que me gusta que se busque en un toro bravo.

Cuarto fue un toro de María Olea (Conde de la Corte), mansote, que lo pusieron en el caballo seis veces, saliendo suelto de todas ellas. Un toro que no se paró de salida y se lidió fatal. Dio a entender, o por lo menos así lo vieron algunos, que el toro era bravo. Para mí, como digo, no lo fue. Por dos motivos, el primero que tiene que emplearse con fijeza en el caballo y no lo hizo. Salió suelto sin que lo citase nadie de los seis encuentros, y de alguno lo hizo rebrincado, que además fueron simples picotazos. Y segundo porque en la muleta en lugar de ir a más fue a menos. Franco en su primera arrancada, se venía de lejos, se quedaba corto y sin recorrido en el siguiente, y parado y defendiéndose en el tercer muletazo. Así que, como digo, y siempre en mi opinión, de bravo nada de nada. Sánchez Vara dio la vuelta al ruedo.

Quinto hizo uno toro serio de Peñajara que fue el único que metió los riñones y empujó con fijeza en dos varas, y que Eduardo Gallo no nos permitió ver en un encuentro más. Inexplicable cuando se trata de una corrida concurso y además es el único que ha metido los riñones. Y luego ¿para qué? Para nada, puesto que no estuvo ni mucho menos a la altura de sus embestidas, y tiró por la calle de en medio, a las primeras de cambio. Desde luego está para meditar, sino para irse un tiempo de esto.

Y cerró plaza un toro alto, feo, y casi mogón, de Ana Romero, que si acudió franco al caballo a dos picotazos, romaneando en el primer encuentro, dejándose en el segundo, Alberto Aguilar nos privó de ponerlo una tercera vez ante el caballo, cuando menos para verlo. Soso y con poco recorrido en la muleta, Aguilar se entregó en la medida de las posibilidades que ofrecía el toro, que como digo no fueron muchas.

En definiva, tarde para el olvido, que no pasará a los anales de ninguna historia.

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