Dos festejos distintos el uno del otro, dos festejos que sobre el papel atraían. Uno porque ilusiona ver una ganadería legendaria como la de “PRIETO DE LA CAL”, porque el trabajo de un ganadero como Tomás Prieto de la Cal está dando unos frutos excelentes, y nadie, sólo unos pocos están valorando en su justa medida. Tomás no busca el toro bobalicón, tontorrón, que se deja “acariciar” dócilmente. Está buscando, y con acierto, la verdadera casta, la verdadera nobleza que muchos confunden con la borreguez indeleble y claudicante. Está buscando el TORO con mayúsculas. Y tontos seríamos los que amamos el toro bravo de no clamarlo al viento de las ondas con claridad y sin tapujos.
De la novillada de “PRIETO DE LA CAL” destacar dos novillos importantes, como fueron cuarto y sexto. No menos importantes, los tres restantes (se lidiaron cinco, uno perteneció al hierro de ISABEL SÁNCHEZ de ALBA) pero les faltó alguien que mandase, alguien que tuviese la cabeza despejada y les diese la distancia correcta, el perder un pasito y bajar la mano. Sin duda el más destacado de esta tarde fue el navarro Javier Antón.
Desbordado Antón en su primero, tras venirse arriba el novillo en banderillas, lo mató de una puñalada en los bajos, pasando a mejor vida sin más historia de la que hubiera merecido.
Enmendó la plana en el sexto toreando aceptablemente con el capote, sin muchas apreturas y sin ceñirse excesivamente. Planteó una faena en el tercio, casi en tablas. Acertó dando distancia y el novillo respondió con nobleza, casta, clase y entrega. Debió Antón cambiar los terrenos al novillo y hubiesen dado una mejor dimensión, él y el novillo, que para mi fue de vuelta al ruedo. Alguien se lo debe decir. Y al "pááápa" Chamaco, un poquito de moderación con la vara de picar.
En los callejones hay demasiado adulador cantarin, que nadie se explica para qué están, de no ser para llevar los trastos del matador. Pero sólo para eso. ¡Olee! ¡Güenooo! ¡Bieeennn! Esto es lo que se escucha, nadie le indica, “dale sitio”, “dale aire” “ándale al novillo”, “pónsela planchadita y de frente” “CAMBIALE LOS TERRENOS”... esto no se le escucha a ningún adlátere de los que pueblan los callejones.
Enmendó la plana en el sexto toreando aceptablemente con el capote, sin muchas apreturas y sin ceñirse excesivamente. Planteó una faena en el tercio, casi en tablas. Acertó dando distancia y el novillo respondió con nobleza, casta, clase y entrega. Debió Antón cambiar los terrenos al novillo y hubiesen dado una mejor dimensión, él y el novillo, que para mi fue de vuelta al ruedo. Alguien se lo debe decir. Y al "pááápa" Chamaco, un poquito de moderación con la vara de picar.
En los callejones hay demasiado adulador cantarin, que nadie se explica para qué están, de no ser para llevar los trastos del matador. Pero sólo para eso. ¡Olee! ¡Güenooo! ¡Bieeennn! Esto es lo que se escucha, nadie le indica, “dale sitio”, “dale aire” “ándale al novillo”, “pónsela planchadita y de frente” “CAMBIALE LOS TERRENOS”... esto no se le escucha a ningún adlátere de los que pueblan los callejones.
Mató de una buena estocada y se le conceden las dos orejas. En general no se ha matado mal. Maticemos... no se ha tardado en matar, que se haya ejecutado la suerte bien es otro cantar. Pero aceptables fueron las dos estocadas, tanto de Antón, como la del día anterior de Javier Jiménez. Mejor de colocación que de ejecución.
No estuvieron a la altura ni Carlos Durán, ni Miguel Hidalgo en esta misma novillda. Sin ambages ni historias, no se pueden dejar pasar oportunidades como esta, por mucho que se esté en el pueblo mas recóndito de la tierra. No entro en muchos más detalles.
El otro fue un encierro de JUAN PEDRO DOMECQ, que quedó brevemente reseñado en este mismo blog, ahí está. Un encierro que, generalmente, dicen los taurinos, el aficionado va de antemano a “tirarlo”. Nada más lejos de la realidad. Estaremos o no contentos con el juego, esteremos o no en línea con su “ideal” de toro bravo, pero... de ir a tirarlo nada. De hecho, nadie protestó, y hubo respeto. Cuando al desgraciadamente fallecido le salía, le sale, un toro que hay que aplaudir, se le aplaude y se le “canta”. Ahí quedó la corrida de Madrid; ahí quedó esa imagen de los que colgaron la pancarta famosa denostando a un encaste; ahí quedó esa imagen de los mismos que la colgaron, cuando la descolgaban, porque el toro les quitó la razón (su razón). Se podrá hablar y se podrá criticar, métodos de cría, de selección, de venta de desechos que deberían ir directamente al matadero en lugar de “alimentar” ganaderías de nuevos “ganaduros” surgidos del ladrillo. O, que se critique que se venda demasiado producto y eso nos lleve a que todo “valga”, aunque sea para una plaza de pueblo. Pero nunca se podrá hablar de predisposición del aficionado, de ir a pitar los toros de antemano. Se le puede pitar cuando sale inválido, cuando sale mal presentado, cuando la borreguez es tal que no transmite la emoción que debe tener el toreo.
Algunos “palmeros” oyen campanas y no saben dónde.
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